domingo, 20 de marzo de 2011

Conclusiones capítulos 13, 14, 15.

Silva Zúñiga Evelyn Chantal

Conclusión

“Los conceptos de cultura y civilización, reflejan dos funciones fundamentales en el sistema mundial moderno…, que desarrollarían de manera gradual y se destinan para un futuro espléndido, donde la idea optimista y el margen de la teología acercan a un proceso continuo en la condición del hombre y la sociedad”[1]

Pero son los patrones culturales con tintes estadounidenses, los que plantean el objetivo de dominación, hecho que provoca que una cultura sea socavada y, busque una forma de resistencia ante esa imposición. Esta globalización en sus diferentes manifestaciones, pero particularmente cultural, está determinando las formas de vida más permanente de los pueblos y las personas.

En suma, los valores, los gustos, las necesidades, los hábitos se están mundializando originando el exterminio de las culturas ancestrales con el objetivo de imponer una uniformidad y homogeneidad cultural de acuerdo con los intereses de Occidente sin importar los efectos negativos que en la sociedad se están suscitando, como por ejemplo, que ya no existen valores tradicionales que sirven para identificar a los pueblos y darle consistencia a una nación.

En consecuencia, estos procesos son un producto irreversible que afecta a todos desigualmente que mientras a unos beneficia a otros los perjudica y generan cambios estructurales, por lo tanto, esta lucha por la pérdida o mantenimiento de la identidad de un pueblo, crea reclamos por el reconocimiento cultural que traen consigo, el socavar la dominación o la privación injusta que producen el proceso globalizador. “Un sistema histórico que se fundamenta en la jerarquía y la desigualdad…”[2], “esta privación cultural, de poderosas urgencias instintivas donde domina todo el ámbito de las relaciones sociales entre los seres humanos”.[3]

La cuestión radica, en la forma de elaborar nuevas máscaras de quienes están a la cabeza de crear un nuevo orden y destruir los anteriores, es dónde los movimientos antisistémicos entran para poder rescatar su cultura, su civilización que debe ser perdurable para su estudio.

Pero entonces las civilizaciones y las culturas, son más un producto de intereses multinacionales que de un propio individuo, debido a que la cultura de Estados Unidos está imponiendo industrias de entretenimiento que son adoptadas como cualquier otro tipo de mercancía.

Por consiguiente, la cultura no debe ni puede sustituirse, porque en ella se encuentra el anclaje constituido por el acervo de ideas, valores y costumbres que proporcionan esa forma de ser tan característica donde el individuo experimenta pertenencia y lo transmite a los integrantes de esa civilización.

No hay que dejar que se mueran las culturas pues ellas nos dan un sentido de pertenencia y forma de estudiar nuestros antepasados, pues lejos de provocar un cambio benéfico, sólo se busca transformar las ideologías a los propios intereses del país con nuevas formas de vida.

Bibliografía:

* Immanuel Wallerstein. Geopolítica y Geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial, Editorial Kairós, Barcelona, 1991, 276-327 pp.



[1] Immanuel Wallerstein, Geopolítica y Geocultura , p.298.

[2] Ibid, p. 300.

[3] Ibid, p. 303.

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